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domingo, 16 de diciembre de 2012

SEMEJANZAS por Salvador Moret


La gente tenía mucha esperanza en el cambio de gobierno, y lo demostró en las urnas, donde los depositantes de papeletas se volcaron masivamente en una misma dirección, precisamente para acabar con el desbarajuste que veníamos sufriendo, social, moral y económicamente.
Pero, con las grandes esperanzas llegan las grandes decepciones.
Un año más tarde, ante las muestras de desilusiones de propios y extraños, el gobierno se defiende con la evasiva de haber encontrado la casa  medio derruida. Como si no hubieran tenido olfato para intuir que algo así podía suceder.
No obstante, podemos aceptar la disculpa y comprender que el gobierno se vio obligado a poner remedios de choque. Y aquí comienza la tragedia, porque de una parte, se centra exclusivamente en la cuestión económica y obvia los aspectos sociales y los morales de tal forma que la única atención que les presta es para anunciar a la ciudadanía que tenga paciencia y comprensión por las medidas austeras que se ve obligado a poner en práctica.
Y una vez centrado en la economía, el gobierno comienza a recortar, pero no como había prometido sino por los puntos más frágiles, los más vulnerables. Funcionarios y pensionistas pronto sufren las consecuencias con merma de ingresos.
Sucede esto mientras los medios de comunicación cada día nos anuncian escandalosos abusos de poder y de corrupción de todo tipo. Personajes de las esferas política y social con ingresos inmorales, sustracciones monstruosas, amiguismos, privilegios, gastos institucionales que semejan un despilfarro sin control. Autonomías y ayuntamientos endeudándose para seguir manteniendo el tren de vida como hasta ahora, sin que para ellos cuente eso de la austeridad.
¡Cómo no va a estar decepcionada la gente! Y cabreada también. Porque lo que crece es el paro. Y la pobreza. Aunque no para todos.
La reflexión es que un gobierno débil solo ataca a los más débiles, y tiembla ante los más fuertes.
Porque las autonomías, ese agujero negro que nos lleva a la ruina económicamente, aspecto que sería a despreciar por insignificante comparado con ese otro mucho más amplio y preocupante como es el aspecto moral.
Además del despilfarro, estas entidades se permiten hacer caso omiso de las leyes, sin que el gobierno haga el menor comentario. Se permiten también desafiar al gobierno, que apocado, elude todo comentario para no enfadar a esos voceros.
Y los sindicatos, esa otra plaga que todos sus logros se limitan a haber empobrecido aun más a las clases modestas; que como dependientes de los ingresos del gobierno se han aburguesado y no tienen la menor intención de poner en práctica la tan reclamada austeridad; estos muchachos que dicen defender los intereses de los trabajadores, resulta que frente a las dificultades, actúan igual que actúa el gobierno: meterse con los más débiles.
Por eso, su descontento con el gobierno lo muestra promoviendo huelgas… para increpar, claro está, a su benefactor el gobierno, no lo olvidemos, pero dándole una patada en el trasero a los trabajadores, bien sea cuando éstos se desplazan al trabajo, o cuando necesitan un médico, o… ¡qué importa!

martes, 11 de diciembre de 2012

OLVIDOS por Salvador Moret


No juzgues y no serás juzgado es un consejo que invita a ser prudente en las expresiones y al que, lamentablemente, hacemos poco caso. La misma iglesia lo ha propagado mucho. Por cierto, como otros muchos consejos que por un oído nos entra y por otro nos sale.
No levantar falsos testimonios, se decía también. Qué cosas. Hoy en día si no tienes un chisme que contar de alguien del entorno, es que no eres bien recibido en el grupo. Y hasta te tachan de aburrido; o de no estar al día o cosas de ese estilo.
Y no digamos de no robar. Dios mío, pero si ahora roba hasta quien no tiene ocasión. ¡Ah! Y respetar a los padres; los pobres, con la de injurias con las que se les acribilla a diario. O aquello de no desear la mujer de tu prójimo. ¡Válgame Dios, si es una cuestión que nos desborda! Aunque cabría añadir, ni el marido de tu prójimo.
Todo esto viene a colación de una noticia que aparecía hoy en el periódico. Decía así: “El Vaticano pide que se proteja la libertad de religión”.
Nada en contra, por supuesto. Y además, muy loable esa petición. Lo que viene a corroborar que uno suele pedir ayuda y protección cuando está en desventaja; cuando sus condiciones son desfavorables. Solo entonces. Porque cuando el viento viene a favor, lo más común es olvidarse del necesitado; del pobre que solo alcanza a las migajas, a ese que se le mira con indiferencia o desprecio.
No hace tanto, muchos todavía lo recordarán, la Iglesia disfrutaba en España de influencia abrumadora y de hegemonía envidiable. Por no decir opresora. Y era bien visto y aceptado por todos.
Nadie se oponía. Y nadie reclamaba acceso a otras creencias. Y tampoco la Iglesia ofrecía oportunidad de apertura. ¡Qué digo! La impedía. Tal era así que se desconocía que existieran otras religiones.
Aunque esto no era exactamente así. Es posible que la gran mayoría lo desconociera, pero existían pequeños grupos que sí sabían de otras corrientes del cristianismo, y seguramente también de otras más allá del cristianismo.
Esas minorías, a escondidas practicaban sus ritos religiosos. Hay que ver lo que hace la fe. Porque hay que decir que los participantes eran perseguidos y encarcelados.
Sencillamente, más allá de la Iglesia Católica Romana no se permitía ningún rezo, aun siendo al mismo Dios. Hay que ver lo que hace el ser humano.
Las sotanas estaban en su apogeo. Iban, venían, hacían. Estaban en todas partes, organizando, dirigiendo, ordenando. ¡Qué tiempos aquellos!
Con el viento a favor, ¿quién se acordaba de ayudar a sus hermanos los protestantes?
Y cuando los mencionaban era para resaltar sus maldades, y para rogar a Dios que sobre sus cabezas cayeran los peores castigos.
Los tiempos han cambiado y pocos recuerdan aquellas atrocidades. Fueron actos que mejor no mencionar; echar tierra de por medio; pasar página. Cualquier cosa excepto recordarlo, porque ahora que la Iglesia no disfruta de aquellos privilegios, esos recuerdos podrían traer un sonrojo junto a sus peticiones de protección a la libertad de religión.

viernes, 7 de diciembre de 2012

ENTENDERSE por Salvador Moret


La conversación tenía lugar en la oficina. Eugenio había visitado al médico y no traía buenas noticias. Sin embargo, a él no parecía afectarle mucho.
-          El médico me ha recomendado eliminar algunos pecadillos – decía sonriendo este Eugenio – a los que no pienso renunciar, claro está. A mis cuarenta y dos años quiere este matasanos que me prive de las pequeñas alegrías que disfruto. Bien entendido, que mis alegrías no hacen mal a nadie.
-          ¿Por ejemplo? – planteó alguien del grupo.
-          De las buenas comidas; del vino. Ante todo de los dulces. Y encima que salga a correr cada día como mínimo media hora, con lo poco que me gusta a mí el ejercicio. En pocas palabras, me pide que lleve una vida de monje.
-          ¿Y por qué te exige el médico una vida austera? – inquirió otro de los presentes.
-          Que tengo azúcar, me ha dicho. Yo creo que se ha equivocado. ¡Si yo me siento como un roble! Además, me dice el buen hombre que por mi bien es bueno que siga sus recomendaciones, y que no me preocupe, que pese a la enfermedad, si hago lo que él dice podré vivir muchos años, llegar a mayor y seguir disfrutando de buena calidad de vida. ¿Sabrá lo que está diciendo este hombre? Una vejez con buena calidad de vida, dice, cuando esa misma calidad de vida de la que habla para la vejez ya me la quiere despojar en mi juventud. ¿Qué os parece la broma?
Tras la explicación de Eugenio se armó un pequeño guirigay en la sala. No todos estaban de acuerdo con la posición que tomaba el diabético, y aplaudían los consejos del médico, y aconsejaban al compañero de seguir esas recomendaciones por muy rigurosas que le parecieran. Y para convencerle aportaban ejemplos de familiares y conocidos con esa enfermedad, que por no escuchar los consejos del médico tuvieron consecuencias calamitosas.
Pero otros lo veían muy diferente y no dudaban en apoyar la decisión de Eugenio. Defendían que no se puede pedir de una persona con cuarenta años que no pueda comer y beber lo que le apetezca, porque es una tortura. Eso, según decían, es un no vivir.
Daniel, queriendo poner paz en el ambiente, tomó la palabra.
-          Las enfermedades siempre han angustiado a la Humanidad. No hace tantos años, cuando la seguridad social estaba en pañales, la gente ahorraba principalmente para en caso de enfermedad pagar al médico y curarse… siguiendo sus consejos, claro está, si no, ¿para qué se va al médico?
El volumen del guirigay aumentó. Imposible entenderse. Daniel había tomado posición y, sin pretenderlo, enfrentado a uno de los grupos. 

lunes, 3 de diciembre de 2012

DÍA DE EXPLICACIONES por Salvador Moret


En la sección de “FÚTBOL, leo en un periódico:
“El hasta ahora director deportivo del Spartak de Moscú, Valeri Karpin, ocupará el lugar del español Unai Emery al frente del banquillo, según informan las agencias rusas”.
Y yo, que apenas sigo los altibajos del fútbol nacional, y mucho menos del extranjero, leo la noticia de pasada, sin centrarme mucho en lo que estoy leyendo. De pronto algo chirría en mi conciencia y vuelvo al inicio de la reseña. La leo otra vez y capto el motivo de mi descolocación. A juzgar por los nombres no sabía muy bien quién de los dos era el ruso.

En el mismo periódico, no muy alejado de la primera reseña, encuentro otra que dice:
“La sanidad pública de Madrid, en huelga contra los cambios y privatizaciones”.
Y si la primera reseña me había dejado un tanto inseguro, esta segunda no la entiendo en absoluto.
Es decir, los profesionales de la medicina se lanzan a la huelga porque los políticos quieren hacer unos cambios. Seguramente son cambios de importancia que les va a afectar en algún sentido, y no precisamente para mejorar su posición actual. Hasta ahí llego.
Comprendo su enfado, faltaría más. Pero lo que no termino de comprender es que para su desahogo y mostrar su enfado con los políticos, lo hagan con los pacientes dándoles una patada en el trasero.

Todo eso en el día después de las elecciones, cuando los periódicos vienen cargaditos de opiniones, explicaciones y justificaciones.
Y lo que leo a este respecto, lo entiendo menos que las dos reseñas anteriores.
A todos estos sabios que igual los vemos en la televisión que los escuchas en una emisora de radio, o leemos sus escritos en un periódico, les falta el tiempo para dar lecciones de esto y de aquello el día después de las elecciones. Es curioso lo que saben estos tíos, porque igual hablan de política como de comercio exterior. Y si se tercia opinar sobre las sardinas del norte o cómo se vive en la Laponia, ahí están ellos prestos a asentar cátedra con sus conocimientos.
Y cuántos de ellos, muy serios y concienzudos, aseguran que estos resultados eran precisamente los que habían vaticinado. Todos. Y los que no lo expresan, justifican que ellos lo intuían, porque los indicios conducían a esa conclusión. Vaya, que se veía venir, y solo un tonto no lo supo ver.
Y en cuanto a los políticos, ¡ay!, éstos tienen la gracia de hacernos ver que un burro vuela. Voy leyendo opiniones y todos se dan por contentos. Todos han ganado.
Anteriormente ya les decía que no entendía nada. Porque, vamos a ver, si yo tengo diez y persigo alcanzar quince, pero solamente logro cinco, ¿puedo afirmar que estoy contento con el resultado?
Al parecer, sí.
¡Oiga! Y nadie se ruboriza.