SINDICATOS

Ya lo decía tiempo atrás: somos apasionados en el momento, y lo mismo que nos acaloramos nos despreocupamos. No en todas las ocasiones, que las hay que arrastramos el rencor durante varias generaciones, principalmente cuando atañe al "honor" de la familia.

Pero en los asuntos cotidianos, nos encendemos y nos apagamos en cosa de un cuarto de hora. Es un decir.

¿Recuerdan ustedes el lío que se montó en Madrid por la huelga del metro? Seguro que sí, dado que apenas hace un par de semanas de eso. Pues parece que fuera el año pasado, o tal vez mucho más allá de un año, o, ¿tuvo lugar una huelga de metro en Madrid? Porque, ¿quién habla ahora de ello? Nadie. Y eso que por lo salvaje que resultó, se pidió que rodaran cabezas...

Llegó el mundial y se acabaron las penas. Con mayor motivo con los resultados que se obtuvieron. Aunque, no nos engañemos, si no hubiera sido el mundial habría sido cualquier otro acontecimiento, porque somos así de olvidadizos.

Y los sindicatos, que entonces, por estar en caliente, se negaban a hablar sobre una ley de huelga, ahora... ah, ahora. Ahora que les echen un galgo. Hasta la siguiente.

EL JUEZ

En España tenemos una opinión de las instituciones, podríamos decir, mejorable, y una de ellas es la justicia. Los más moderados dicen de ella que es lenta, lo que deriva en injusta. Y los más exaltados dicen que es corrupta, que se guía por intereses o por ideologías.

El posible que haya de todo un poco. La realidad es, no obstante, que muchos casos célebres se eternizan en los despachos. No quiero pensar en los casos menos llamativos.

De ello se puede deducir que los jueces tienen mucho trabajo y no pueden acudir a dar soluciones con la presteza que desearía quien permanece a la espera.

Pero, ¡oh, sorpresa! de pronto oímos decir que este o aquel juez está dedicando su tiempo a remover un asunto que, a excepción de él mismo, nadie reclama, puesto que se trata de muchos años atrás, en un país remoto y en el que se ven involucrados personajes que a los españoles ni nos va ni nos viene.

Se comprende que muchos clamen al cielo ante un proceder que, si no lo es, al menos lo parece, el juez en cuestión se mofa de sus conciudadanos.

INSTITUCIONES

En el transcurso de los últimos dos mil años, la iglesia, como cualquier otra institución instaurada y mantenida por el hombre, tiene sobre sus espaldas ejemplos dignos de admiración y no menos, dignos de reprobación.

Y al ser una institución antigua, los ejemplos, tanto unos como los otros, son incalculables. Es decir, la vida de ciertos personajes que hoy conocemos como santos, no todos, desde luego, pero sí muchos de ellos, son verdaderamente dignos de veneración, mucha más de la que reciben. Mientras que por el otro extremo, también encontramos una serie de personajes cuya imagen de deshonra y depravación que han dejado tras de sí clama al cielo. Aunque para saber un poco de ellos hay que hurgar en la historia, porque la iglesia, o sea los hombres, como humanos, no hablan de sus defectos.

Igual que en cualquier otra organización, a la que se arriman personas dispuestas a trabajar desinteresadamente para que su causa engrandezca, y otras que, indiferentes a la causa, solamente se arriman al árbol porque da buenos frutos.

LAS AFICIONES

A decir verdad, yo no me apasiono por el fútbol, como tampoco lo hago por los toros. Oigo a los aficionados del deporte y me parecen tan válidas sus teorías como las de los que están en contra. E igual me sucede con los toros.

Por lo tanto, no me gustaría que me obligaran a ver un espectáculo que no me atrae, como tampoco que me prohibieran no verlo si me apeteciera. Es cuestión de sentirme libre de poder decidir.

Sin embargo, la prohibición de los toros en Cataluña, aparte de que prohibir, de entrada, me repatalea, pienso que no es solo una cuestión de evitar un mal trato a la bestia, que es el argumento utilizado, sino que es el eterno dilema de los catalanes de querer ser diferentes, por no decir más, que el resto de los españoles.

Freud diría que si nos remontáramos a la niñez de estos personajes, sin ningún lugar a dudas encontraríamos deficiencias en su formación que nos darían la respuesta a esas pataletas de niños acomplejados.

LOS FAMOSOS

A veces me pregunto por qué alcanzan la fama y cual ha sido el motivo que les ha catapultado a ser famosos. Porque, mirado con detenimiento, muchos lo logran por sus virtudes, o cualidades, es cierto, pero otros, parecer ser que precisamente por todo lo contrario.

En cualquier caso, me digo, algo habrá que tener para que machaconamente estén sus nombres en primera página todos los días.

Claro está que, siendo un poco mal pensado, uno puede llegar a la convicción de que no tienen que ser precisamente ni sus virtudes ni sus vicios, sino la necesidad que tienen de llenar papel y espacios los que les presentan, es decir, los periodistas.

Y si es así, siguiendo ese mal pensamiento, uno comienza a comprender que se forme un trajín, un ir y venir de favores, compras, deudas, pago de deudas... O sea, que si uno quiere ser famoso, primero ha de estar predispuesto a pagar el peaje.

Antes a esto lo llamaban derecho de pernada.

KOSOWO OCCIDENTAL

La ley bendice la independencia de Kosowo. Es decir, unos señores - que muchos proclaman imparciales, pero que pocos creen que lo sean - investidos de unas togas repletas de intereses han dicho que todo el proceso que llevó a esa provincia a la independencia es legal. El resto ha asumido que es así.

Si tenemos en cuenta todas la tropelías que se cometieron en esa zona de los Balcanes a partir de la muerte del mariscal Tito, siendo las grandes potencias las que propiciaron los abusos, o callaron ante las barbaridades que allí se cometían, o miraban hacia otro lado, es fácil entender los intereses que perseguían con esa destrucción.

Las grandes potencias son grandes porque los demás son pequeños, y aunque eso es una perogrullada como un templo, nos hace pensar que cuanto más dividido esté el adversario mayor grandeza la del administrador.

En Europa algunas naciones serían más grandes si España fuera más pequeña. Preparémonos para nuestra desmembración final.

Con mayor motivo cuando tenemos evidentes sospechas de la existencia de una quinta columna.

IMPLORAR COMO VÍCTIMA

Seguramente usted también está harto de oír diariamente, a todas horas y en todos los telediarios, los desagravios que sufre Cataluña.

Al menos yo no oigo otra cosa a mi alrededor. Un hartazgo de estos catalanes, es lo que está imponiéndose en los círculos más moderados.

Los que viven de la política en aquella región no hacen más que reclamar, continuamente, de todo. No saben más que ir de víctimas. Y así llevamos más de treinta años.

Supongo que la queja es un modo de implorar y conmover la conciencia, y en consecuencia lograr la ayuda implorada, pero, ¿qué podemos pensar de ese pobre a quien usted ayudó con una buena limosna hace treinta años, y todavía hoy continúa a la puerta de su casa implorando la jugosa limosna que usted no ha dejado de ofrecer cada día desde entonces.

Como mínimo que es un vago, un sinvergüenza, un... y...

¿Y qué adjetivo podemos aplicarle a usted que durante treinta años ha estado alimentando a ese vago, a ese sinvergüenza, a... y...?

LA PEREZA

A mucha gente le cuesta horrores hablar correctamente, y no me refiero a posibles dificultades de declamación, sino a que no encuentran el adjetivo más adecuado y a menudo tienen que dar un sin fin de rodeos y añadir explicaciones hasta que el oyente tiene claro qué era lo que el orador quería decir.

Es una faceta que tenemos menos en cuenta, la de expresarnos con deficiencia gramaticalmente. Por eso advertí que no me refería a la pronunciación, que es lo que a primera vista más llama la atención, siendo varios los motivos. Hay quien se "come" letras, hay a quien hablando se le nota que no lee nunca, o muy poco. Y no digamos cuando escriben. Una tragedia.

Muchas veces siento lástima cuando tropiezo con personajes con algún tipo de deficiencia, y la capacidad y la inteligencia son algunas de ellas, solo que éstas son de las llamadas deficiencias ocultas. Es decir, es más fácil compadecer a quien tiene la cara hinchada a causa de un dolor de muelas que a quien escasea de luces.

Otra cosa es aquel que teniendo los medios y la capacidad suficiente para superarse, por pereza prefieren no esforzarse. Por éstos, aunque de otro color, también siento lástima.

EL PROGRESO

Se oye decir muy a menudo que nada es como antes, que los tiempos han traído normas que han trastocado la paz y la tranquilidad de la convivencia.

En cierto aspecto tiene razón quien así se expresa, porque es cierto que el mundo no es una pieza estática sino que se mueve constatemente, y trae cambios, cada día. No hay ningún día que sea igual que el anterior. Y no cabe duda de que la mayoría de esos cambios son beneficios para el hombre, por mucho que nos quejemos.

Por eso, si los antepasados levantaran la cabeza nos envidiarían del confort que nos envuelve y de las comodidades en las que vivimos. Y no hace falta que enumere los adelantos que la técnica nos aporta continuamente, pero si miramos a nuestro alrededor nos daremos cuenta que no tenemos motivos para quejarnos.

Eso en cuanto a los adelantos técnicos. Otra cosa son los aspectos morales de la sociedad. Y en eso pueden estar basadas las lamentaciones de los nostálgicos. Pero que dejan de tener valor cuando asumimos que cuando hablamos de progreso nos referimos a cuestiones materiales y no espirituales. Porque el hombre es capaz de cambiar el mundo, pero incapaz de cambiar un ápice sus sentimientos y sus pasiones.

Continuamos siendo tan virtuosos como en tiempos de Abel, y tan envidiosos como en la época de Caín.

ESPIRITU CAINITA

El espiritu cainita que llevamos dentro cada uno de nosotros los españoles se refleja continuamente en un sin fin de ejemplos, lo que ocurre es que no nos damos cuenta porque la fuerza de la costumbre no nos deja ver los pormenores. O sea, por estar metidos en el fango hasta las cejas, no nos enteramos que podríamos vivir mejor si estuviéramos libres de toda esa rémora que nos impide dar un paso.

Puede ser que eso de desear el mal del adversario sea condición humana, pero nosotros, diferentes que queremos ser, lo elevamos al cuadrado. Y en los casos particulares cada uno sabrá lo que sufre al ver que a su hermano o a su vecino le ruedan bien las cosas, pero las muestras que van dejando los personajes públicos, sinceramente, claman al cielo.

Ahí tenemos, si no, a los dos grandes partidos que antes de llegar a un acuerdo entre ellos para bien de todos nosotros, prefieren negociar con aquellos que no se reconocen españoles y pagar elevadísimas facturas, en cesiones, en prebendas o en dinero, no importa. Lo importante es no dar una oportunidad al adversario.

En ocasiones, hasta hay quien está dispuesto a quedarse ciego con tal de que el de enfrente se quede tuerto. Así de brutos somos.

ÉPOCA DE VACACIONES

Antes, hace años, el verano se identificaba con dos aspectos muy concretos: el calor y las vacaciones. Pero ahora ya nos hemos hecho a la idea de que junto a esas dos propiedades llega una tercera: las huelgas.

Bueno, éstas últimas pueden llegar en cualquier época del año, pero en verano además de incrementarse es que son seguras, principalmente en cuanto a medios de transporte.

Los sindicatos, siempre prestos a defender los derechos de los trabajadores, se afanan constantemente en demostrar que ellos no duermen y que cumplen con su cometido al pie de la letra. Y para que no pase desapercibida su labor, en estas épocas de calor y vacaciones también quieren estar presentes, y arremeten contra esos ricos que cada verano quieren ir a disfrutar de vacaciones.

Y ya pueden decirles ustedes que esos que parten no son ricos, sino trabajadores que llegado su época de descanso, pretenden hacerlo algo alejados de casa.

Para los sindicatos, sin embargo, estas advertencias son como si lloviera, porque para ellos, anclados todavía como están en muchos años atrás, eso de hacer vacaciones es cosa de ricos, esos explotadores que exprimen al trabajador...

LO QUE IMAGINAMOS

Juan Carlos, un compañero de trabajo que llegó a Madrid no hace todavía un año, está sorprendido por el calor que estamos pasando estos días en la capital de España. Curiosamente, dice que también se sorprendió en el invierno pasado por el frío que hacía.

Suele suceder a todo aquel que cambia su residencia a otro lugar lejos de su región, sea por voluntad propia o por exigencias de cualquier índole. La sorpresa está asegurada, por mucho que el individuo se informe previamente de lo que se va a encontrar en el nuevo lugar y por mucho que pregunte a todo aquel que lo conoce, y también por mucho que lea todo lo que caiga en sus manos referente a lo que en adelante será su nuevo hogar.

Son tantos los aspectos nuevos con los que tropezará el recién llegado que por bien informado que se considere, siempre habrá algunos de esos aspectos que no ha tenido en cuenta, tal vez por considerarlos insignificantes o muy probablemente porque siquiera reparó en ellos.

Y suele ser así porque a menudo tenemos una imagen errónea de la realidad, en cuanto a las ciudades que no conocemos como en cualquier otro orden de la vida. Nos formamos nuestra idea y acabamos por aceptarla como real, y mientras nunca lleguemos a experimentarlo seguiremos convencidos de que lo que imaginamos es la realidad.

SUPERSTICIONES

La superstición es un fenómeno de la que pocos nos libramos, aunque muchos creamos que estamos libres de caer en tales supercherías. Aunque hay casos que claman al cielo, como aquel conocido que acabó loco de remate. El chico era un fanático por mantenerse en buen estado de salud, y en consecuencia seguía al pie de la letra todos los consejos que escuchaba.

Y a no tardar los consejos se convirtieron en dogma de fe, y muy detalladamente hacía sus cálculos antes de sentarse a la mesa, para comer los justos hidratos de carbono, así como las proteínas o los minerales necesarios... y dejó de deleitar el pan, la fruta, las verduras, la carne...

La superstición comienza cuando lo que puede ser aconsejable se convierte en imprescindible y acaba por regir nuestra vida, en la convicción de que si dejamos de hacer aquello que al principio era una afición, un pasatiempo o simplemente seguir un buen consejo acaba esclavizándonos.

Y si lo que hacemos, sea comer o salir a la calle con el pie izquierdo y nunca jamás con el derecho, o viceversa, es debido a esa fuerza que nos domina, deberíamos tener el corage suficiente para desecharlo, hacerle frente con valentía y pensar que solo es una superstición.

TODOS GANAN

Que nos falta experiencia democrática es algo que por sabido no voy a insistir en ello, puesto que los ejemplos ya lo expresan bien a las claras.

Y uno de ellos es el circo que una vez más ha llegado al parlamento, representado en esta ocasión bajo el título "el estado de la nación".

Aburrido, repetitivo, cansino, sin aliciente alguno... y a falta de novedades, los interesados en que no decaiga el interés por el circo, salen a la palestra sacándole punta al tema y, como si de un juego de niños se tratara, comienzan a discutir que ha ganado mi favorito y el tuyo ha perdido.

¡Qué bochorno! ¿Acaso es esa la cuestión? ¿Acaso se presentan en el parlamento con el único fin de ganar? ¿Y ganar qué?

Oiga, si de un duelo de púgiles se trata, que suban al ring y allí tendrán ocasión de ganar, por puntos o por ko, pero que no acudan al parlamento a soltar cuatro chorradas para después marcharse a casa contentos de haber ganado.

Porque esa es otra, aquí todos ganan, curiosamente.

ALARMANTE

Hace algún tiempo, cada vez que me lo preguntaban, yo respondía que, evidentemente, es muy triste ver a los políticos cómo se desgañitan, hacen piruetas, y hasta el pino si hace falta con tal de no dejar el sillón.

Ahora ya no pienso igual. Ahora ya no digo que es triste, sino alarmante ver a esa casta con sus malabarismos aferrarse al sillón, al despacho, al edificio, al coche y a todo lo que ya considera propiedad. Hasta nuestra voluntad.

Se pasan cuatro años como si fueran los últimos quince días previos a las elecciones. Echándose mierda unos a otros continuamente. Hablan para ofender, jamás un halago, ¿acaso nunca hacen algo digno de reconocimiento? Mienten, se contradicen, se desdicen, o sea, en cada momento sueltan lo que mejor suena al auditorio... sin ruborizarse, claro está.

Sus objetivos son conseguir votos, que ellos rápidamente traducen en dinero, y por ende en poder, que de eso se trata. Y esa es su única fijación.

Y eso es lo que a mí me parece alarmante.

NUEVAS CRUZADAS

Ahora que en Europa estamos viviendo una nueva invasión árabe, para resaltar las diferencias de nuestras culturas se oyen comentarios de todo tipo. Uno de ellos es el que dice que los musulmanes, más que los árabes, todavía están anclados en la edad media, cuando nosotros, los occidentales, hace más de quinientos años que dejamos atrás aquellas bárbaras costumbres.

Personalmente creo que eso es exagerar. Mantenemos notables diferencias, no cabe duda, como por otra parte es lógico en dos culturas tan diferentes en sus costumbres, religiones, climas... pero en algunos aspectos las diferencias son solamente de fachada.

Pensemos si no, en nosotros los españoles, que no hace tanto tiempo nos matábamos unos a otros por creencias diferentes. Y actualmente, y eso es peor, los ánimos de mucha gente están asentados sobre un polvorín con mucha gente jugando con fuego a su alrededor, dispuesta a hacerlo saltar por los aires en cualquier momento.

Más o menos como aquellos que hace mil años marchaban a las cruzadas a matar a todos los que no pensaban y creían como ellos.

LA INTOLERANCIA

Me decía un amigo recientemente regresado del Reino Unido donde ha permanecido unos cuantos años, que una de las cosas que más le llaman la atención aquí es la intolerancia.

"Seguramente antes era ya así, pero el hecho de no conocer otra cosa me parecía normal" - seguía diciéndome mi amigo que, para mi sorpresa, lo decía con asombro. "Y ahora me disgusta ver cómo por una tontería se enzarza la gente en una discusión".

No entiende, por ejemplo, la de veces que se interrumpen unos a otros en la conversación, a veces hasta con malos modales. Y cómo gritan, al parecer en la creencia que hablando más alto la razón va a caer de su lado. Y cómo se enfadan cuando el otro simplemente se atreve a insinuar una discrepancia.

Lo peor, dice, es observar cómo se rompen las amistades por diferencia de criterios. ¡Pero que hasta se niegan el saludo! ¡Y para toda la vida!

Mi amigo hacía mucha insistencia en el fanatismo que anida en las personas, y eso se percibe en las discusiones sobre la política, decía, donde nadie atiende a razones y solo se respira intolerancia.

Pensativo me dejó su último comentario antes de despedirnos: no te quepa duda de que cuando mejor conoces tus propias costumbres es cuando conoces otras.

LOS DECEPCIONADOS

Todos esos abusos que se oyen últimamente de pederastia o similares cometidos por ciertos sacerdotes, han levantado tal polvareda que nos ha cegado la vista y el entendimiento, dando pie a los contrarios a la iglesia a levantarse con fuerzas renovadas y con sus críticas erigirse en la voz de la verdad.

Sin embargo, lo peor para la iglesia lo encontramos en aquellos que un tanto a la deriva navegan entre dudas, y decepcionados por estos comportamientos no es extraño que se expresen cada vez con mayor frecuencia que ellos sí creen en Dios, pero no en los hombres.

Son generalmente gente mayor; son aquellos que crecieron escuchando a diario la palabra de Dios dejándoles profundas huellas en sus conciencias, y que todavía hoy, temerosos de los castigos divinos que les inculcaron, no se arriesgan a levantar la voz en Su contra, pero lo hacen con cierta holgura contra los hombres.

Un vecino mío que reconoce ser uno de estos decepcionados, me decía que para él el error consistió en hacerles creer entonces, que los sacerdotes eran cuasi infalibles, algo así como la inspiración divina en la tierra, y no haberles enseñado que eran hombres con todas las debilidades propias del hombre.

EL ESPEJO DEL ALMA

No es una costumbre que me obsesione, pero reconozco que de vez en cuando me dedico a observar a la gente que me rodea cuando viajo en el metro o en el autobús. Reflexiono y me pregunto qué estará pensando ese señor mayor que, sentado frente a mí, hace gestos como si mantuviera una conversación con algún personaje imaginario. O aquella joven que mantiene una mirada perdida, o aquella otra que en charla divertida, a juzgar por sus risas, gesticula con las manos y el cuerpo de modo llamativo.

Hay días que me llama la atención la cantidad de extranjeros que me acompañan en el viaje: sudamericanos ante todo, pero también orientales, y algún que otro pasajero de raza blanca que, en mi reflexión me digo que tal vez sea algún rumano o polaco.

E intento leer a través de sus expresiones lo que llevan escrito en sus rostros. Serios, generalmente. Con preocupación, la mayoría. Unos me transmiten simpatía, otros ternura, alguno que otro es tal su rudeza que evito pensar en aquello que se decía de que la cara es el espejo del alma, porque tan ruin no puede ser una persona.

Y así voy repasando uno tras otro y me digo que cada uno de todos ellos son una existencia propia, con sus ilusiones, sus proyectos, sus ganas de vivir y tal vez soñando en llegar a ser algún día, ¿por qué no? famoso.

PILLADOS

Era un conocido que me contaba lo que le había dolido la multa que recibió por una infracción en carretera. Y me hizo pensar bastante, porque ese conocido no hacía más que lamentarse por los doscientos cincuenta euros que tenía que pagar de multa. En ningún momento hizo la menor mención sobre la infracción.

En definitiva lo que lamentaba el tipo no era haber cometido la infracción, sino que le hubieran pillado.

A los españoles alguien nos ha metido en la cabeza que los estudios los hacemos para poder pasar el exámen. Más que para aprender. Pasar el exámen, y con ello la gloria. Después, ah, después ya podemos permitirnos cualquier travesura, y mientras no nos pillen todo irá bien.

Y así vamos haciéndonos mayores, travesuras primero, incorrecciones después, aberraciones más tarde, desfalcos... procurando, eso sí, que no nos pillen, porque el pecado no está en la mala acción, sino en ser descubiertos.

Así nos va, claro.

CALIDAD DE VIDA

Tener en cuenta las espectativas de vida es una forma de alegrarnos, dado que cada vez son superiores.
Eso es así, y lo estamos viendo diariamente en nuestros familiares, amigos, conocidos, vecinos... aparte de que las estadísticas no se cansan de anunciarlo.
Ahora bien, lo que no dicen las estadísticas son los años que llegamos a vivir sin vivir. Tampoco la gente parece que quiera hacer mucho caso de ese estado de familiares, amigos, conocidos y vecinos que estando en vida no viven. Prefieren hacer como que no lo ven.
Hemos inflado las cifras de años de vida, sin tener en cuenta, o tal vez sí, vaya usted a saber, la calidad de vida.
Y la ciencia, que nos ha convencido de que todos sus esfuerzos han estado encaminados para beneficio del hombre, y probablemente hay una parte cierta en ello, nos ha ocultado, no obstante, la otra parte, la del propio beneficio.

SENTIDO DEMOCRATICO

La falta de tradición democrática, no solo de nuestros políticos sino del pueblo en general, ha facilitado que con los años los más pillos hayan sabido sacar consecuencias a su favor.
Que el ciudadano tenga que votar listas cerradas es, de entrada, algo poco democratico. Que los partidos presenten un programa de gobierno que después no cumplen, es otro desajuste que rompe en mil pedazos el sentido democratico, y que aquellos que asumen el poder se comporten como reyezuelos es algo que se asemeja a dictadura.
Esta visión de lo que nos rodea es válida para el gobierno nacional, para los de las comunicdades y principalmente para los de los ayuntamientos, que es donde más se aprecia el caciquismo que impera en la mente de los gobernantes.
Y si los gobernantes no se cansan de mostrarnos sus apetencias personales cuando interpretan que haber sido elegidos les da manga ancha para hacer lo que les dé la gana, más triste aún es ver cómo los ciudadanos, con la testuz agachada, repiten lo que siempre se ha dicho en España: los que mandan, mandan.
Pues, no. Con nuestro voto no le damos al político patente de corso.

SECESIÓN

Estamos viendo cómo los políticos catalanes son cada vez más insaciables, hasta extremos que hasta se enorgullecen de no respetar las leyes.
Los políticos de aquella región me hacen reflexionar sobre el día después, e intento imaginarme a partir del momento que ya no tuvieran más ese muro de lamentaciones que es Madrid.
Hoy, a pesar de las grandes divergencias que existen entre todos ellos, se sienten más o menos cómodos tirando de la misma cuerda en cuyo extremo se asienta España, ¿pero cómo será a partir de ese día que ya no haya cuerda de la que tirar?
Con la secesión se acabó el chivo expiatorio, culpable de todos los males, ¿y qué les queda? Una casta política corrupta que no ha hecho otra cosa que vivir del chantaje al gobierno de turno mientras hacía creer a su pueblo que el malvado era ese gobierno que les ataba las manos, cuando llegue ese día, ¿a quién culparán de su incapacidad de gobernar? Cuando ya no les queden excusas exteriores, ¿tendrán la misma sintonía que tienen hoy todos esos políticos?
Y lo más importante, ¿qué beneficios obtendrá el hombre de a pie por haber conseguido la soberanía?

LA PRENSA

Hoy es fiesta nacional, y no porque sea un día señalado en el calendario por alguna gesta nacional o la festividad de algún santo, sino porque juega España contra Holanda y, a juzgar por los medios de comunicación que no hablan de otra cosa, parece que nos va en ello, además del prestigio nacional, la solución a todos nuestros problemas.

Hasta hace cuatro días no se hablaba de otra cosa que de las dificultades de una gran parte de la población por no poder llegar a fin de mes, sin olvidar el tema más reciente, aunque éste solo en Madrid capital por la cuestión del metro.

Dejando aparte lo importante que pueda ser para muchos que España logre ser campeona del mundo en fútbol, lo que a mí me llama la atención en todo esto es la facilidad con que actualmente se manipula a la población.

Desde hace mucho a la prensa se la define como el cuarto poder, cosa de la que difiero, porque en mi opinión es el primero. Y si digo eso es porque vengo observando, como seguramente también lo hace usted, que en la calle se habla de lo que la prensa (bueno, hoy llaman medios) quiere, y además, en la dirección que le interesa.

¿No será eso lo que solemos definir como manipulación de masas?

LAS LEYES

Hoy es el gran día en Cataluña. Ni el once de septiembre ni el día de san Jorge, sino hoy. Aunque, veremos en qué queda.

Los españoles, profesionales que somos del esperpento, ya no diferenciamos la magnesia de la gimnasia, y lanzados a hacer el ridículo nos metimos un día en una carrera, no a ver quién llegaba antes, sino a ver quién se llevaba el premio al más tonto. Y en eso estamos.

A veces pienso que algunos se tomaron aquello: "que hablen de mí aunque sea para mal", tan en serio que, claro, con sus tonterías la gente no hace más que hablar de ellos.

Me estoy refiriendo, claro está, a esos políticos que inteligentes no, pero a pillos no hay quien les gane, esos que sin capacidad para discernir con lógica se dedican a organizar nuestras vidas, y en el colmo del absurdo promueven, organizan y salen en tromba al frente de una manifestación que rechaza una ley constitucional.

¿Habrase visto mayor contradicción? Los que deberían dar ejemplo siendo los primeros en cumplir las leyes son los que se manifiestan para no cumplirlas. ¿Qué esperan, entonces, que hagamos nosotros?

DESIGUALDADES

No cabe duda de que las espectativas de vida de las personas hoy son mayores que hace no tantos años. Lo que no quiere decir que antes no hubiera personas octogenarias y más. Pensemos, si no, en Matusalén.

No es una contradicción, pero sí creo que de tanto repetir que hoy vivimos más años, hemos acabado creyendo que nunca anteriormente se alcanzaban edades como las que se alcanzan actualmente.

Es cierto que las guerras, las epidemias, la falta de higiene, la escasa y mala nutrición y las veintiocho mil plagas más que han acompañado siempre al hombre no han dejado de hacer estragos en la humanidad. Como lo siguen haciendo actualmente en los países donde la única ley que impera es la corrupción.

Exactamente igual que en otras épocas entre nosotros, en las que no todos pasaban hambre, por lo que las espectativas de vida de unas clases de la sociedad no tenía nada que ver con las de las otras clases en cuyo entorno solo se conocía la miseria.

DICTADURA

En España, desde hace bastantes años, viene gestándose una situación típica de dictadura, cosa por otra parte comprensible.
Qué le vamos a hacer, somos así. Seguro que se acuerdan ustedes de aquello que se decía hace muchos años: "no hay más que ponerle una gorra de plato a un patán para que se sonsidere general". Pues es lo que tenemos.
A la política han accedido personajes de toda calaña y con un denominador común: la ambición. Y como sabemos que ésta no conoce límites, con el tiempo ha derivado en desmadre. No solo por patanes.
Los casos de corrupción son infinitos, solo los conocidos, claro está, porque de los otros solo la imaginación puede aventurar cifras. Pero tras tantos años trincando a espuertas, el juego ha perdido emoción, y ésta la buscan en el poder, y el poder significa avasallar al contrario, si no exterminarlo... y al pueblo.
Y hacer cada uno lo que le viene en gana, como no acatar órdenes de los tribunales, encarcelar sin orden judicial a la oposición, ocultar desmanes propios, castigar a los medios no afines... Y al hombre de a pie mantenerle en un engaño perpetuo.
Y hay quien dice: "Pues yo no noto nada. Conmigo no se meten". Y es cierto, igual que en otras épocas, que si usted no se metía con el gobierno, usted vivía tranquilo. Mal, pero tranquilo.

EL PURGATORIO

Llegan noticias de que el purgatorio ha dejado de existir. O que no existe. Supongo que si la iglesia dice que no lo tengamos en cuenta y nos olvidemos de su existencia, será porque jamás ha existido.

Equivocarse es humano, solemos decir, y rectificar no es solo cosa de sabios, sino también de humildes.

Pero la iglesia es una institución que habla del espíritu, y si aceptamos sus errores como un error humano, vamos a dejar su imagen en muy mal lugar.

Aparte que, las enseñanzas que han estado impartiendo durante tantísimos años, y las apariciones de esas almas en pena que nos explicaban cuando niños... ¿eran sólo cuentos para niños?

Y ahora que desde cualquier esquina surgen sectas, creencias esotéricas, nuevas religiones hablando de renacimientos, otras vidas vividas anteriormente y tantas otras teorías, ahora precisamente viene la iglesia y nos derrumba uno de los pilares de las enseñanzas recibidas y en el que ha descansado la creencia de tantísimos católicos.

Estas teorías se pueden entender como obra humana, pero no como obra espiritual.

LA REALIDAD

Es indudable que para caminar hay que ir mirando adelante, pero como tantas cosas en esta vida, siendo ello una realidad, no es completa, porque de vez en cuando hay que mirar atrás, no sea que venga alguien corriendo y nos arrolle.

O sea, que si uno quiere avanzar tiene que mantenerse alerta de lo que sucede a su alrrededor.

Otro tanto sucede si queremos entender nuestro estado actual, porque es la consecuencia de todo lo que ha tenido lugar anteriormente, es decir, lo que llamamos historia.

Aceptarlo de buen grado o negarnos a aceptarlo no cambia los hechos, aunque alguien crea que puede lograrlo. Podrá escribir otra historia y demostrar con ello una imaginación superdotada, que tal vez asemeje a sus deseos, pero gracias a que los hechos sucedieron como sucedieron, ese que quiere cambiar la historia, está en este mundo.

Una mínima desviación de la realidad y, muy probable, sus padres no se hubieran conocido...

LOS PARIAS

Hubo una época, y de eso no hace tanto, en que a los parias se miraba como culpables de su, a menudo, pauperrima posición social.

A todos aquellos que trabajaban en fábricas, jornaleros del campo, en las minas, en suma todos los que para ganar un salario indigno tenían que ensuciarse las manos y no pocas veces al alma, se les miraba algo así como inútiles, incapaces de servir para otra cosa.

Las cosas cambiaron y se pusieron medidas para eliminar esas monstruosas injusticias sociales. Y no dudo que se hiciera con la mejor intención, pero... ¿qué se logró con esos medios que tenían que ser justos?

Pocas cosas, y no precisamente las deseadas. Los parias continuan siendo la escoria de la humanidad para los de guante blanco, solo que ahora éstos se privan de manifestarlo en público, pero en privado aleccionan a sus vástagos para no caer tan bajo.

Y el ejemplo de "tan bajo", son los parias.

NACIONALISMOS

Los hay que dicen que los nacionalistas que aspiran a la escisión de España, en el fondo no desean que llegue ese día porque, ¿qué sería de ellos? ¿Qué argumento expondrían entonces para mantener su estatus de político, una vez alcanzada la soñada separación?

Otros dicen estar convencidos de que el camino que han emprendido los nacionalistas es irreversible, y que llegará el día que conseguirán sus objetivos.

Una tercera opinión defiende la teoría de que no será ni una cosa ni otra. O sea, los nacionalistas seguirán adquiriendo derechos y ventajas al tiempo que irán despojándose de obligaciones con respecto al resto de España, porque es lo más favorable para ellos.

Sin jugar a las adivinanzas, la opción más práctica parece ser esta última, pero todo tiene un límite, y es posible que el resto de España, que también tiene algo que decir, cansado de tanto dislate acabe por desear tirarlos de España, o lo que quede de ella.

SIGNOS OPUESTOS

Es que somos la monda. Recuerdo un día que, desplazado en una capital de provincia, paseando al atardecer con un compañero por la ciudad compré el periódico que tenía por costumbre comprar.

Noté en su rostro una mueca despreciativa, como de asco, al tiempo que de sus labios surgía un sonido apenas audible pero suficiente para que lo escuchara: "lo sabía, vosotros los..."

¿Cuándo entenderemos que el vecino tiene el mismo derecho que uno mismo a pensar, opinar, creer o decir sin riesgo a enfrascarse en una discusión o incluso a perder la relación por diferencias de criterio?

A menudo encasillamos al vecino por ser partidario de una tendencia política determinada, y si es de nuestra cuerda, sin pararnos a analizar su catadura moral, solamente porque creemos que vota al mismo partido que nosotros, mentalmente lo situamos a nuestro lado, sin tener en cuenta que en otros aspectos de la vida podamos discrepar de extremo a extremo.

Y si no tira de nuestra cuerda, ¡Ay! a ese ni agua. Enemigo eterno. Así sus sentimientos sean de lo más loables.

NI EN CALIENTE NI EN FRÍO

Ahora que en Madrid hemos sufrido (estamos sufriendo) los despropósitos de los matones, los sufridos usuarios del metro, pacientes ellos al principio, comienzan a reclamar una ley de huelga, aparte de castigos ejemplares para los sinvergüenzas que disfrutan colapsando la gran ciudad.

Pero, rápidamente aparecen los políticos y aseveran que de eso nada, porque legislar en caliente nos llevaría a errores mayores.

Hay que ver qué ingenio el de estos políticos.

Claro que por eso son políticos.

Los españoles, que somos tan exaltados como olvidadizos, y bien que lo saben los que viven de la política, en caliente despotricamos y cuando las aguas vuelven a su cauce, es decir, cuando los medios de comunicación enmudecen y ya no comentan el tema, el asunto queda zanjado y a otra cosa mariposa. Hasta la próxima.

¡Qué cosas tiene la chusma! - dice más de un político - ¿Pues no quieren marcanrnos los tiempos? A nosotros. Faltaría más.

LOS JÓVENES

Me decía un vecino de avanzada edad, que los jóvenes, precisamente porque lo desconocen todo se creen saberlo todo.

Yo, que soy bastante joven, no terminaba de entenderle del todo, y como así se lo confesé, él me dijo que no me preocupara, que tuviera paciencia, que a no tardar llegaría el día que lo entendería.

Y el hombre seguía diciéndome que en cada época se repite la misma historia. Los jóvenes sienten necesidad de cambiar el mundo, por la sencilla razón que todo lo que les rodea les parece anticuado, viejo. Y su comportamiento un tanto arbitrario es una forma de mostrar su descontento. Y no digamos de su vestimenta.

Y si hoy parece que el proceder de los jóvenes es peor que tres o cinco generaciones anteriores, es solo una quimera. Siempre ha sido así, y probablemente, siempre lo será, porque el hombre, animal de costumbres que es, no cambia tanto, entre otras cosas porque esos cambios de imagen con los que se arropan los jóvenes, es solo superficial, perecedero, de muy corta duración.

Otra cosa sería si en vez de pretender cambiar la imagen exterior con sus actitudes, los jóvenes invirtieran sus objetivos y trataran de cambiar las ideas. Revolucionar el mundo, no con la imagen, sino con el modo de pensar.

DIME DE QUÉ PRESUMES...

Lo escenifica perfectamente el dicho ese que dice: "dime de qué presumes y te diré de qué careces".

Seguro que también a ustedes les ha llamado la atención la de veces que se nombra la democracia. Esa palabra loable, casi mágica... y la de veces que todos los que quieren estar dentro del cesto se autodefinen demócratas. Y además, de toda la vida.

Igual que los que aseguran que ellos también se ocupan de esos asuntos sociales. O sea, socialismo. Pero, ¡oh, desengaño! Son palabras que de tanto pronunciarlas, hace tiempo que perdieron su significado.

Miren, si no, a la antigua DDR, República Democrática de Alemania, o la URSS, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Hay más, pero para el caso, con estas nos vale. ¿Qué entendían sus defensores por democracia? ¿Acaso democracia totalitaria? ¡Vaya contradicción!

Son palabras, no obstante, que sugieren algo prometedor, pero que nunca llega. Quedan muy bien, no cabe duda, y la prueba es que convencen a los que no analizan. Pero en el fondo, es la maldad, porque quienes las pronuncian engañan descaradamente, a sabiendas que están engañando.

Y encima, a los engañados los consideran tontos.

DEMÓCRATAS

Llevamos unos cuantos años hablando de nuestra democracia. Y tanto hablamos que la mayoría lleva convencida de que ya somos demócratas esos mismos años.

Y es que el hombre lleva dormido en sus sentimientos el dios del dictador, y en sociedades menos cultas, o más permisivas, o más corruptas, ese dios está a flor de piel y salta por cualquier simpleza.

Los españoles, más extremistas que otros, ese dios lo llevamos escrito en la cara, agraviados siempre, quejosos de lo que nos rodea, insatisfechos con nuestra suerte (o tal vez solo porque creemos que al vecino le va mejor) y a las primeras de cambio, allá va, y el comportamiento pasa a ser el de un cafre.

Nos sulfuramos cuando alguien discrepa de nuestro criterio, y buena muestra de ello la tenemos en esos trabajadores que no trabajan, pero que cobran, incapaces de aceptar que algunos compañeros no estén de acuerdo con la decisión de hacer huelga y les persigan, les amenacen, les injurien y hasta les aporreen.

Cierto que estos cafres no conocen el sentido de la tolerancia, como tampoco conocen el de la democracia... aunque, eso sí, le discutirán a usted que son más demócratas que el primero. Oiga, y además, convencidos.