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domingo, 31 de enero de 2010

AL DIA

A mi entender, tenemos una salud económica tan deteriorada que no me extraña que los gurús de las finanzas hayan decidido marcharse a Davos. ¿O han sido los médicos de esa especialidad quienes les han aconsejado irse allí?

Porque, tal vez usted no lo conozca, pero cuando el cáncer de la humanidad se llamaba tuberculosis, o sea, no hace mucho más de cincuenta años, Davos era el hospital que acogía a estos enfermos.

De tal modo que cuando todavía no se conocían las medicinas para tan mortífera enfermedad, allí acudían estos enfermos, y pronto se demostró que el conjunto de una temperatura fría, ambiente seco, altura idónea y promedio elevado de días de sol, era el lugar perfecto para el alivio, cuando no curación de la temible enfermedad.

Más tarde, viendo que los efectos eran muy saludables, proliferaron los sanatorios, y cuando en Suiza alguien contraía la enfermedad, irremisiblemente, su destino era Davos, hasta el punto que decir he estado una temporada en Davos significaba haber padecido la enfermedad.

Confiemos, pues, que la semana próxima, cuando estos gurús regresen de Davos, estén curados y bien curados, y las finanzas también.

sábado, 30 de enero de 2010

AL DIA

En principio, a mí no me incomoda ver a las ministras luciendo sus modelitos cada vez que aparecen para la fotografía, que, según se hacen pagar las firmas creadoras, supongo costarán un ojo de la cara.

Pero, allá ellas si se lo pueden costear.

Sin embargo, el "pero" aparece cuando se cae en la cuenta de que estos personajes, puesto que ostentan cargos públicos, están en el punto de mira de la opinión ídem, y cada uno de sus actos, opiniones, viajes, comidas, y hasta cómo visten, se analizan con lupa. Con todo derecho, claro.

Por eso, en los tiempos que corren, con tantas familias pasándolo mal, unas por estar en el paro, otras porque temen que les toque pasar por el inem en cualquier momento, es aquí cuando el "pero" toma importancia.

Y no se trata de si estos personajes tienen derecho a vestir como les venga en gana o no, sino más bien se trata de una cuestión moral, como por ejemplo, un mínimo de respeto a los que tal vez tienen que vestirse con ropas usadas.

O sea, no estaría de más un poco de moderación y humildad en sus apariciones públicas, actitud que el ciudadano apreciaría y valoraría, y probablemente hasta les podría reportar algún que otro voto...

Me temo, no obstante, que esté pidiendo peras al olmo. La vanidad nos supera. Aparte de que cuando a uno le va bien, ¿quién se acuerda de los que lo están pasando mal?

Tampoco los miembros del gobierno.

jueves, 28 de enero de 2010

AL DIA

Las noticias que nos llegan continuamente son para encender la sangre a cualquiera. Y la verdad es que no me explico cómo es que todavía continuamos como si el mundo estuviera en orden.

De una parte se habla de los trabajadores que diariamente pasan a engrosar las cifras de parados, y de éstos, los muchos que hace tiempo dejaron de percibir ingresos del paro.

Pero es que, además, muchos de los afortunados que conservan su puesto de trabajo, no alcanzan a cobrar mucho más de mil euros mensualmente, o sea doce mil o quince mil euros al año, y los más afortunados entre los afortunados, quizás doblan esta cantidad, pero ya no son tantos, y todavía muchos menos los que la triplican.

Para alcanzar cifras superiores nos hemos de adentrar entre la casta de los privilegiados, como son los políticos o puestos similares a los de éstos. Y cuando constatamos las cifras que se barajan por estos lares, no sé a usted, pero a mí me suena obsceno.

Y la indignación sube rápidamente de grados cuando nos concienciamos de que es precisamente en estos círculos políticos donde, además de unos salarios que hacen sonrojar a cualquiera medianamente honesto, se practican con desbocada avaricia los actos de corrupción más humillantes para aquellos que todavía creen en esa casta de sinvergüenzas.

miércoles, 27 de enero de 2010

AL DIA

Me llama don Francisco para recriminarme que me he quedado a medias en mi comentario del otro día. Que él no solamente se irrita y se sube por las paredes cuando espera en la cola de la caja de un banco y observa el desinterés que muestran el resto de los empleados por los clientes.

Y él añade, con toda la razón, que eso sucede en cualquier organismo al que, por desgracia nos vemos obligados a acudir demasiado a menudo para solventar cualquier trámite de esos que no podemos evitar.

Pone como ejemplo don Francisco, cualquier oficina de la compañía de la luz, del gas, del agua, un ayuntamiento, un ministerio... y así una lista que no cabe en este folio.

Para mi aclaración, añade don Francisco, empleados al servicio del público que son, me sienta como una patada en la espinilla estar con el numerito en la mano y ver que de las 15 ventanillas que hay, 6 están fuera de servicio, que curiosamente, no son siempre las mismas, porque van rotando.

"Es la hora del desayuno", dice alguien a mi lado, tan enfadado como yo...

Y don Francisco sigue dejando lastre.

Tiene toda la razón. El cliente no se merece esos actos de desprecio.

lunes, 25 de enero de 2010

AL DIA

Seguro que también usted lo habrá vivido en más de una ocasión. Y seguramente también se habrá irritado por ello.

Usted entra en una oficina de banco para pagar un recibo. Llega antes de las nueve y media porque ayer ya le advirtieron que tenía que volver otro día antes de esa hora. Pero delante de usted hay cinco más que también esperan. Y usted, que ha dejado el coche mal aparcado pensando que era cosa de coser y cantar, se encuentra mirando cómo pasan los minutos del reloj que pende de la pared detrás de la joven cajera.

Los minutos van pasando, ni más lentos ni más deprisa que otras veces, aunque a usted en esos momentos le parezcan eternos. Y la cajera, ajena al nerviosismo que muestran los clientes que esperan, parece no tener conmiseración con ellos, y usted llega a pensar que precisamente hoy hace más lento que nunca.

La irritación llega a ser insoportable cuando unsted observa que tres empleados más (estos sí que no tienen en cuenta a los clientes) sentados a sus mesas, telefonean, ríen, se comentan sus cuitas... como si no tuvieran nada que ver con lo que les rodea.

A usted no sé, pero a mí estas situaciones me sacan de quicio.

viernes, 22 de enero de 2010

AL DIA

El hombre, ese ser tan complejo, es capaz de llevar a cabo, al mismo tiempo, lo más sublime y lo más abyecto. Al alcance de la mano tenemos ejemplos que lo confirman continuamente, aunque este fenómeno salta más a la vista en las desgracias. Una muestra de ello lo estamos viendo tras el terremoto de Haití.

Y es que en las catástrofes donde las víctimas se cuentan por miles, es emocionante ver cómo por todas partes surgen almas de buena fe prestos a la ayuda. No me dirán ustedes que no es un acto elogiable.

La parte ingrata aparece cuando alguien nos abre los ojos y nos advierte de que la prioridad de muchas de esas organizaciones tan predispuestas, no consiste en ayudar sino en promocionarse. O sea, en salir en la foto. Y tampoco me negarán ustedes que el acto no es abominable.

Y siendo todo esto rechazable, lo peor de todo es cuando nos enteramos que hay quien, además, hace negocio de la desgracia de los demás.

AL DIA

miércoles, 20 de enero de 2010

AL DIA

Que alguien nos insinue que no estamos al día es una expresión que nadie desea escuchar, y que asusta a muchos. Tal vez por eso vamos ávidos detrás de lo "último", bien sea en moda, bien en sucesos, noticias... el caso es no quedarnos retrasados. ¡Qué vergüenza!...

Sin embargo, es una memez verlo así. Tal como hoy se superponen los acontecimientos es de titanes querer conocer y estar al día en todo.

Pero nosotros insistimos, sin percatarnos de esta dificultad, y queremos abarcarlo todo, y para ello no nos importa no profundizar en nada, lo que nos lleva a desconocer casi todo.

Y a quién importa eso - dirán algunos. Bueno, quizás no les falte razón, aunque siempre los habrá que les parezca mejor lo contrario.