ESCLAVITUD MODERNA

Posiblemente a excepción de EEUU todos los demás países han conocido una época en la que la gente tenía que emigrar para subsistir, o como mínimo para mejorar su calidad de vida.

Los españoles, en todo caso, somos uno de ellos. Y todavía tenemos en nuestras retinas las imágenes con los trenes repletos partiendo hacia los diferentes puntos de Europa. Y anteriormente los barcos hacia las Américas.

Ahora nos toca ser un país receptor de esos que van buscando su lugar al sol. Pero, ¡qué diferencias entre lo de antes y lo de ahora! o sea, entre nuestra emigración y la inmigración actual.

También entonces se marchaban muchos a la aventura y sin tener nada seguro, es cierto, pero la gran mayoría partía con la documentación reglada, con garantía de un trabajo seguro a países,cuyos gobiernos, conscientes del factor humano y previendo males mayores, impedían la formación de bolsas de gente sin un empleo estable.

Y viendo lo que hoy tenemos en casa, podemos apreciar mejor aquellas normas que tal vez entonces nos parecían severamente estrictas, porque evitaron la esclavitud moderna que hoy impera con los inmigrantes.

INCOHERENCIA

Según defienden los portavoces oficiales, parece ser que las batallas que están librando las tropas españolas en Afganistán, junto a otras de unos cuarenta países, son una forma de evitar que el terrorismo islámico llegue a nuestras casas.

Alabado sea Dios, que siempre hay una causa que justifica la guerra, y así poder dormir tranquilos.

Es posible que sea como dicen, pero como los políticos mienten tanto, es posible también que existan otros motivos que sean menos convincentes y prefieran no airearlos. De ellos hay que desconfiar siempre.

Porque, ¿cómo es posible que estemos luchando en aquellos escenarios, muriendo soldados cada día - lo cual, por otra parte, es lo normal en una guerra, - y al mismo tiempo Europa entera, y no solamente Europa, sea un coladero de islamistas dispuestos a inmolarse por su guerra santa? Y además, nuestros gobiernos acogiéndolos con las atenciones que muy a menudo, los mismos gobiernos no tienen con su propia gente.

No sé a usted, pero a mí me parece un proceder escandaloso, y por si fuera poco las dádivas que reciben, llamadas subvenciones o ayudas humanitarias.

La incoherencia de actos tan contradictorios es propia de una decadencia galopante.

OPINIONES TORCIDAS

Un amigo mío que ha pasado unos días visitando Suiza, presumía de haber conocido el sentir de la gente de este pequeño país cuando contaba con gran emoción el orden que ha observado allí. Seriedad, limpieza, puntualidad... el chico no se cansaba de resaltar pormenores, y cuando cansado de escuchar maravillas le pregunté si no había observado también algún inconveniente, al principio no supo qué decir, pero a no tardar me asestó: Muy caro. Allí todo es muy caro.

Y a raíz de ese cambio de tendencia todo comenzó a ser mejorable en el país helvético. Y lo que más le asombraba era cómo podía vivir la gente con esos precios tan caros, sin percatarse, que siempre existe un balance entre ingresos y gastos. Y así, le manifesté que probablemente la gente ganaba suficiente para hacer frente a esos precios. Pero no le convencí.

Y tampoco continué intentándolo, principalmente porque comprendí que lo que le sucedía a mi amigo es lo que sucede a mucha gente después de haber visitado un lugar durante quince días, que han observado cuatro detalles y ya consideran conocerlo al dedillo.

¿O N G?

A juzgar por el número de ONGs que existen en España podríamos decir que somos un pueblo muy caritativo, si no el que más.

Eso sí, somos caritativos con todos aquellos que no conocemos. Nos esforzamos en recoger ropa, alimentos, dinero, sobre todo dinero, y si no es suficiente con la aportación voluntaria de las personas caritativas, para eso está el gobierno, para incrementar las sumas. Y todo lo que aportamos, curiosamente, al final no sabemos a quién va destinado. Y me pregunto, ¿acaso nos importa?

Se nos presentan escenas escalofriantes de cualquier zona del mundo - porque, ¿dónde no hay miseria? - que nos remueven la conciencia, y allá que corremos a aportar nuestra voluntad.

Pero, y que me perdonen los que lo vean diferente, para mí eso solo es un lavado de conciencia. Hemos cumplido con nuestra aportación, hemos cumplido con nuestra conciencia, y si te he visto no me acuerdo.

Y me cuestiono, ¿no será porque es más fácil dar un poco de lo que nos sobra y quedarnos tranquilos, que involucrarnos en cuerpo y alma en el problema? Porque, oiga, no es necesario ir muy lejos para ejercer la caridad. Sin ir más lejos, en la próxima esquina al lado de casa, seguro que encontramos la oportunidad de mostrar nuestros buenos sentimientos.

ESPEJISMOS

Poco a poco agosto va tocando a su fin. Para muchos una esperanza de alejarnos del tórrido verano, y para muchos también, un próximo reencuentro amargo: la obligación.

Las vacaciones, que en principio sirven para relajarnos alejándonos precisamente de las obligaciones, nos confunden y nos hacen creer que ese ritmo de vida ociosa, alejado de la rutina y sin horarios que cumplir debería de ser lo habitual. Estoy seguro de que cualquiera firmaría, sin pensárselo dos veces, su predisposición a vivir para siempre sin depender de horarios ni deberes que cumplir.

Lo que no estoy tan seguro es si muchos de ellos estarían tan predispuestos a aceptar una vida sin esos deberes después de una reflexión detenida y profunda.

Porque, aparte de que el ocio es la madre de todos los vicios, la inactividad y falta de obligaciones es más cansino y agotador que el mismo trabajo. Sin olvidar la recompensa que éste nos ofrece una vez terminado, cosa que jamás nos podrá ofrecer el ocio, por maravilloso que nos parezca.

Son los espejismos de la vida que nos engañan con sus apariencias.

VIAJES DE RIESGO

Hay quien dice que la sociedad está desquiciada por falta de alicientes. Aburrida de tanto bienestar. Por eso los deportes de riesgo cada vez están más solicitados y los viajes a lugares con riesgo también.

Es posible que haya algo de verdad en ello, pero no olvidemos que esas prácticas de aventuras con cierto peligro viene de muy lejos. Creo que de siempre, porque es algo innato en el hombre. Ahora bien, lo que sí es cierto es que esas prácticas se prodigan últimamente con una facilidad asombrosa.

Tanto es así que los pillos, los pícaros de siempre ya han encontrado medios para disfrutar de la aventura sin que les cueste, no un riñón que es lo que suelen costar esos juegos, sino que no les cueste ni un solo céntimo de su bolsillo. Para eso están los viajes de empresa, los de representación del ayuntamiento, las ONGs...

Sí, pero no es necesario que les llame usted pícaros, dirá usted, porque está al alcance de todos acercarse a ese árbol de la buena sombra. Y no le falta a usted razón, sólo que el carácter y el sentir de cada cual no permite a todo el mundo los mismos comportamientos.

SIEMPRE SUFREN LOS MISMOS

Las desgracias no son cosa exclusiva del verano, mientras que los parias sí parecen ser los únicos que las sufren. Al menos esa es mi percepción.

O tal vez solo sea que uno está más atento en verano a lo que sucede por ahí afuera. El caso es que entre terremotos, maremotos, inundaciones, secuestros, toma de rehenes y desastres mil, uno tiene la sensación de que la catástrofe siempre afecta a los mismos, a las clases de la sociedad ya de por sí depauperadas.

Aunque lo más seguro es que como yo no veraneo en esas playas de moda, donde se desconocen las tristezas y todo reluce como si la vida solo fuera jauja y ja ja ja y ji ji ji, sino que me quedo pendiente de las noticias, el mejor depresivo, dicho sea de paso, yo, humilde ciudadano acabo traumatizado de tanta calamidad.

Lo peor, lo curioso, y también lo incomprensible es que todas esas desgracias se ceban exclusivamente en los parias. Al menos es lo que nos llega a través de los medios de comunicación.

Los otros círculos de opulencia y ostentación que abundan no muy lejos del lugar de la tragedia ya se ocupan los noticieros de ocultárnoslos. ¿Habrá alguna intención en ello?

CONOCER EL FUTURO

Acudir a videntes, pitonisas, carta astral, quiromancia, echadoras de cartas (por cierto, ¿por qué son siempre mujeres?) y demás especialistas del pasado y de lo por venir, siempre me pareció una pérdida de tiempo y de dinero. En una palabra: que nunca creí en ello.

Actualmente que conozco a algunas personas que se entretienen con esos juegos, soy más precabido a la hora de opinar. Y me consta que hay bastante engaño entre estos especialistas, cuyo objetivo es exclusivamente hacer caja. Pero también conozco a quien dedica muchas horas a investigar los misterios de lo intangible, con método y claves que no son misteriosas sino científicas, y son capaces de predecir acontecimientos, y también hechos del pasado, y encima no cobran.

Es lo que precisamente me condujo a dedicar más atención a esta actividad, el hecho de no percibir nada a cambio de la información.

Pero es la excepción. La realidad es que muchos de ellos son cantamañanas, que conocedores de la debilidad humana, ofrecen abrir las puertas del mañana al primer inocente que pasa por la calle.

Y esa es la cuestión, que pocos nos libramos de esa ansiedad que a veces llega a angustiarnos por conocer qué pasará conmigo mañana, siendo una contradicción cuando al mismo tiempo aceptamos como principio de gran sabiduría la importancia del momento actual, porque el pasado y el futuro no existen.

NOSTALGIA Y AMBICIÓN

Tal vez usted no sea de esos, pero hay personas que habiendo llegado a una edad, digamos avanzada, desearían volver atrás y tener otra vez veinte años.

Cuando oigo expresiones de esa índole me pregunto cual es el motivo que impulsa a esa persona a expresarse en esos términos. Y acto seguido me nace otra pregunta: ¿Tan insatisfecho está de su trayectoria que quiere subsanarla?

Es posible que el motivo sea todo lo contrario, que su satisfacción sea tan grande que desee repetir las mismas andanzas. Pero esta posibilidad me parece menos verosímil, aparte de que nunca segundas partes fueron mejores.

Lo más probable sea que la persona en cuestión nunca vivió en su época y desearía vivirla ahora. Su mente siempre anduvo por delante de su tiempo, maquinando cómo alcanzar esto o aquello, y mientras corrían los años, él se pasaba las horas programando el mañana y perdiendo el hoy, y anhelando en cómo hacer para situarse mejor en el trabajo, en la sociedad, soñando en una superación constante... Sin apreciar que la vida consiste precisamente en eso, siempre y cuando a uno no lo esclavicen esos anhelos.

Porque de quien añora con nostalgia el pasado podemos pensar que se dejó seducir de sus futuristas ambiciones y no supo combinarlas con el aquí y ahora.

¿OTOÑO EN AGOSTO?

El prematuro otoño que vino en pleno verano y que tanto agradecimos durante unos días, se marchó igual que vino, sin avisar.

Bueno, dirá usted, avisados sí estábamos, por la radio, la prensa, la televisión, y por si fuera poco, por todos los diarios de pantalla. Y es cierto, pronósticos no faltan.

Pero es que yo me he vuelto muy escéptico, debido precisamente a los criterios tan dispares que nos pronostican los diferentes medios. Mientras unos anuncian lluvia para dentro de tres días, otros nos pronostican un sol radiante. Y en cuanto a las temperaturas, ay, lo único cierto es que en verano hace calor... a pesar de esos intervalos menos agobiantes.

Lo más gracioso era cuando por las mañanas escuchaba la radio recomendándonos tomar el paraguas porque negros nubarrones amenazaban lluvia inminente. ¡Y menudo chasco me llevaba casi siempre porque al salir a la calle me deslumbraba un sol radiante! Aunque, todo hay que decirlo, a veces acertaban.

Y a veces, también, cuando anunciaban buen tiempo, más tarde lamentaba no haber tomado el paraguas. Había de todo.

¡Ah! si lo comento en tiempo pretérito es porque ahora opto por algo más seguro. Abro la ventana, miro y sé lo que me espera al salir a la calle.

5º NO MATAR

A pesar de las alarmantes noticias que nos alteran el ánimo continuamente, soy de la opinión que la gente, la inmensa mayoría, se comporta bajo las estrictas normas de convivencia. Lo que quiere decir, ratos de alegría, ratos de enfado; días eufóricos, días de abatimiento; temporadas de armonía con el entorno, temporadas de cabreo con lo que nos rodea.

Pero lejos de llegar a matar.

Son pocos, muy pocos los que llegan a ese extremo. Por ejemplo, ¿cuántos asesinatos se cometen en España anualmente? ¿150? ¿300? No lo sé, pero creo que sería exagerada la cifra. Y aún siendo uno, sería uno demasiado, por supuesto. Mas no obstante, tengamos en cuenta que 300 entre 45 millones de habitantes... son muchísimos los que no traspasan la línea roja. O sea, son 45 millones de personas que no infringen el quinto mandamiento. ¿No deberíamos agradecer a la iglesia esta realidad, como transmisora de las bases de tolerancia?

Es posible que usted piense que eso es absurdo, que la iglesia no tiene nada que ver en ese asunto, y que si la gente no mata es por ética y civilizada. Y es cierto, pero, ¿quién nos ha inculcado esos principios?

LOS MAYORES

Hay muchos signos que identifican a los mayores - me decía un día mi vecino - y eso que repetimos tan a menudo de que no entendemos a la juventud, encierra casi todos esos signos.

Lo más usado es que no los entendemos - seguía diciendo el hombre - y seguidamente que han perdido la compostura, así como el respeto, a los mayores y a las cosas, pero yo creo que exageramos. En el fondo, esas exclamaciones son, precisamente, lo que con mayor fuerza caracteriza que nos hacemos mayores.

Mi vecino me aclaró que esa misma ausencia de sintonía entre generaciones viene de muy antiguo. Es lo que él oía decir a los mayores en su juventud. Y a su vez, lo que le contaba su abuelo cuando éste era pequeño.

O sea, hacerse mayor no es otra cosa que seguir acumulando años sobre nuestras espaldas manteniendo actuales las vivencias de nuestra juventud, y los jóvenes, todos y en cada época, lo que deseamos es cambiar el mundo. Dos formas de enfocar la vida que chocan frantalmente.

Aunque el signo que mejor delata a los mayores es que les faltan las fuerzas para mantener el ritmo de los jóvenes, mientras la mente se mantiene en aquella lejana juventud.

AZNAR EN MELILLA

Sobre el terrible atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid se han escrito muchísimas teorías. Y dicho, muchas más.

La verdad es que mientras no tengamos claro lo de la autoría, cada una de las teorías que se publiquen o se comenten contendrán matices creíbles, aunque éstos no sean para todos por igual. Una de estas teorías que corría de boca en boca, que por cierto, a mí nunca me convenció, era que el servicio secreto marroquí estaba implicado en el atentado.

Y ahora, cuando los ánimos están más que caldeados por el asunto de Melilla, Aznar se presenta en la ciudad y la leyenda toma nuevas fuerzas. Marruecos sabe que los conservadores españoles lo miran con recelo, muy al contrario que los adversarios de Aznar, y todos sabemos el vuelco que dieron las votaciones tras el atentado. Y uno va atando cabos y ya no le parece tan increíble aquella teoría del servicio secreto marroquí.

Y la nueva leyenda, rumor de fondo que crece vertiginoso entre la muchedumbre, es que ha llegado la hora de Aznar y su venganza implacable. Y aunque a mí no me convenza la teoría porque considero un tanto exagerada la afirmación, comprendo que haya gente que dé pábulo a la leyenda.

MANIPULACIONES

La gracia que tienen los medios de presentar las noticias han acabado convirtiéndose en una desgracia para aquellos que desean estar bien informados.

Esta aseveración viene a cuento por una noticia leída en un periódico de tirada nacional. Rezaba así: "La DGT crea un sistema para multar a los extranjeros que excedan la velocidad".

Después de leer este titular uno no puede más que pensar cuan eficaz es la dirección general de tráfico española.

Sin embargo, a mí me ruborizó y sentí vergüenza ajena. Y el motivo no era otro que, precisamente dos días antes de publicarse la noticia en España, la ARD, la primera cadena de televisión alemana, anunciaba la misma noticia como un logro de Bruselas, tanto en lo que respecta a los detalles técnicos como políticos.

El ejemplo en sí no es que tenga tanta importancia, pero sí la tiene, y mucha, cuando uno recapacita y, dejando volar la imaginación, se pregunta cuántas noticias verdaderamente importantes no serán capaces los periodistas de pintarlas como a ellos les gusta. O les interesa.

Supongo que a eso podemos llamar manipulación en vez de libertad de prensa.

Mº DE IGUALDAD

El ministerio de igualdad progresa de manera espectacular. Y a la vista está la cantidad de decretos que ha conseguido en el poco tiempo que existe dicho ministerio. Y los que nos esperan.

Nosotros, ingenuos mortales, habremos que dar gracias al Creador por habernos sacado del error y concedernos lucidez para que, al contrario de lo que creíamos, comprendiéramos que el ministerio de igualdad es imprescindible.

La prensa partidaria nos muestra los beneficios que nos reporta las sabias decisiones. ¿Ejemplos? Por doquier. Ahí tenemos el decreto de las medidas del escote de las presentadoras de TV. ¿Más? Que las mujeres españolas aprendan de las musulmanas a cubrirse las piernas, objeto tentador para la infidelidad. (Pero este ejemplo todavía no es decreto).

¡Ah! Hablando de infidelidad. Bueno, esto es solamente un rumor, aunque consistente, y se dice que será decreto antes de finalizar el año. Se trata nada menos que de regular la infidelidad de la mujer (la del hombre no entra en este paquete). Algo así como el carnet por puntos. Diez deslices y como en otros tiempos, el cinturón de castidad.

A los asuntos verdaderamente serios, a los que claman al cielo, la prensa partidaria no le presta atención. Como ejemplo de libertad y tolerancia, se evita el comentario y asunto concluído.

LA CONVIVENCIA

Comienza la época de la morriña postvacacional. Tanta euforia y entusiasmo para que llegaran las vacaciones, y de repente, en un santiamén, adiós, atrás queda toda aquella alegría soterrada bajo el mando de la melancolía.

Pero eso son solo los primeros días, es decir, cuando más cuesta arrancar. Después, cada uno contará sus vivencias que, a medida que transcurra el tiempo, más se irán alejando de la realidad. Es lo bueno de la mente humana, que tiende a olvidar lo feo, lo desagradable, y en la misma proporción que mitiga lo ingrato ensalza lo agradable.

Y, sin embargo, no todos los que se fueron de vacaciones regresarán contando alegrías. Para muchos, las vacaciones se convierten en un calvario, incluso en tragedia, tantas veces sin aparente causa, y no obstante, una es importante. Una que no es fácil definir, que está dormida, agazapada, esperando la ocasión para entrar en escena. Es la convivencia.

Porque, mirado en frío, la convivencia es algo no solo conveniente, sino necesario, porque el hombre no está hecho para la soledad, y a su pesar... dos semanas día y noche juntos, la pareja se desquicia.

Parece ser que el hombre, el único ser vivo racional, es también el único capaz de comportarse como el más irracional de los seres vivos.

LA POBREZA QUE LLEGA

Hoy nos hemos desayunado con la noticia de una posible nueva subida de impuestos. Es un modo sublime de meternos miedo en el cuerpo. Después, tal vez sí, tal vez no. Con unos gobernantes que andan buscando la luz con una vela, sabemos que puede suceder de todo.

Pero tratándose de recaudar, lo más seguro será que sí. Es la ventaja que tiene el gobierno, que si los ingresos menguan, sube los impuestos y nivela la balanza de pagos. En situación similar, la empresa privada estrecha un agujero más el cinturón, porque si incrementara sus precios, tendría que cerrar.

Eso de subir los impuestos son claros signos de que la economía ranquea, y hasta cierto punto uno entiende que para mantener los servicios tengamos que aportar un poco más, pero lo que no es tan comprensible es que ese incremento sirva para seguir disparando con pólvora del ciudadano.

Consecuencias: que dispondremos de menos capital, que tendremos que privarnos de algún que otro capricho, y también de algún producto de necesidad. En suma, que seremos más pobres.

Un panorama que no será para todos por igual, claro está, porque la casta que nos gobierna tiene sus privilegios.

MUSULMANES

El presidente de EE.UU. ha propuesto, o al menos lo defiende, levantar una mezquita justo en el mismo lugar que ocupaban las desdichadas torres gemelas.

No sé, pero visto así deprisa y corriendo, esta noticia a mí me suena a burla hacia las víctimas que allí murieron, precisamente por un atentado en nombre de Alá.

Supongo que habrán motivos que a mí se me escapan, para que el presidente de un país que ha sufrido un atentado de tal envergadura tome una decisión así. Sin embargo, y aunque así fuera, creo que es una decisión torpe, insana y muy mal calculada.

Aunque, si reflexiono sobre el caso, por muy triste que me parezca, acabo reconociendo que esa es la tendencia de los gobiernos del mundo occidental en estos momentos. Y me pregunto qué es lo que pretenden con ello, porque ser condescendiente y amable con quien te quiere acuchillar, no es ser bueno, sino tonto.

No pretendo iniciar una guerra santa contra el islam, Dios me libre. Pero al menos, tampoco darle facilidades a los musulmanes para que nos vayan ganando batallas.

MIGRACIONES

La tragedia de las pateras que a diario aparecen en las noticias, es una pequeña muestra del flujo de personas que huyen de sus países donde la miseria es lo único que conocen, y además sin expectativas de mejora en el futuro.

El deseo de mejorar en la vida es una constante en el hombre, y cuando pierde la esperanza de lograrlo en casa, emigra. La historia está llena de migraciones, por unas u otras razones, pueblos enteros han cambiado su habitat siempre con la esperanza de mejorar.

No es de extrañar, pues, que también ahora tanta gente intente alcanzar las costas de la opulencia. Incluso a riesgo de sus vidas. Lamentable en la época de la globalización, donde uno se imagina que el mundo podría estar mejor reglado.

Pero, ¿qué hacen entretanto los gobiernos? Poco. Se limitan a quedar bien ante la opinión pública, lavándose las manos enviando ayudas económicas a sabiendas que lo hacen mal, porque esas ayudas, generalmente a gobiernos corruptos, se pierden por el camino y los pueblos continúan irremediablemente en la miseria.

O sea, tras muchos años de experiencia, sabemos que las ayudas solo sirven para mantener a gobiernos corruptos en el poder. ¿No sería hora de cambiar de sistema?

LA VIRGEN DE AGOSTO

Que en los españoles anida un arraigo religioso no cabe ninguna duda, y además, desde muy antiguo.

También es cierto que muchos de entre nosotros no se consideran creyentes, y que muchos de los que se reconocen creyentes acuden poco a los actos religiosos.

Todo eso es una realidad, y sin embargo, el sentir está ahí, que ni podemos ocultar ni podemos evadirnos de esa realidad. Son las enseñanzas que aprendimos en nuestra niñez, generación tras generación, y aunque al hacernos mayores, en un alarde de modernismo y de querer diferenciarnos del vecino, digamos que estamos muy en contra de esas enseñanzas, hay un sin fin de ocasiones que nos evidencian. La más cercana es la Virgen de Agosto, mañana, día quince.

Creo que no hay pueblo en la geografía española que no celebre esta festividad. Y todos aquellos que la vivieron de pequeños y después marcharon buscando dónde ganarse la vida, vuelven, y por nada del mundo quieren perderse la fiesta.

Muchos de ellos no acuden al culto dominical casi nunca, pero en su pueblo hasta participan en la procesión.

MAESTROS

Tal vez no seamos conscientes de ello, pero a mí me consta que en un momento u otro de nuestra vida, todos somos maestros. Muchas veces anónimos, y las más veces sin pretenderlo.

Son nuestros actos, nuestras expresiones, nuestras actitudes. Es en suma, nuestra posición ante la vida. Porque tal cual actuamos, nos expresamos o tomamos partido por uno u otro acontecimiento, a quien nos escucha o nos observa le puede llegar una impresión que le suponga una importante enseñanza.

Naturalmente, no será así siempre, pero sí más veces de las que creemos.

Cierto que también sucede lo contrario, que nuestro comportamiento u opinión no sea justamente el motivo que sirva para seguir como ejemplo.

Pero, precisamente por eso es tan importante que seamos conscientes de nuestro proceder en cada momento, porque sin intención de ser maestros, podemos aportar alguna enseñanza a los demás.

DIFERENCIAS

A modo de goteo nos vamos enterando de las diferencias que existen en el mundo cuando se trata de hacer pagar sus deudas a los que infringen la ley. Y no solamente por las condenas que reciben los acusados, sino también por las causas que determinan lo que es delito o no lo es.

Ayer aparecía la noticia del apedreamiento hasta la muerte de una mujer adúltera en Irán, después de obligarla a abortar. Hoy nos desayunamos con la noticia de que en Mauritania un malhechor ha sido condenado a doce años de trabajos forzados, expresión desaparecida de nuestro vocabulario hace años.

Porque, claro está, nosotros somos tan magnánimos que a los malhechores los tratamos de igual a igual, y al paso que vamos acaberemos teniendo que pedirles perdón por sus fechorías.

Y es que si en España condenáramos el adulterio como en Irán tendríamos que importar piedras del resto del mundo. Y si los condenados hicieran trabajos forzados, las carreteras estarían siempre como recién terminadas.

Pero, no. Tampoco es necesario exagerar. Aunque lo que me parece poco serio es que las cárceles en España, más que lugares de penitencia se hayan convertido en hoteles de varias estrellas.

MENTIR SIN REPAROS

Puestos a negar, ya nadie tiene reparos en superarse cada día en cuestiones de desdecirse y hasta negar la historia. Que el de Irán ponga en duda la veracidad del holocausto, comienza a tener su repercusión, porque ya se alzan voces que dicen que se ha exagerado mucho, que aquello de los judios no fue tanto, y que ha habido mucha propaganda en ello.

Dentro de poco se negará rotundamente que existiera tal persecución a los judíos.

Ahora la moda es más atrevida y acercándonos temerariamente a un pasado más cercano, ya se oye decir que no existió el famoso muro de Berlín, que eso solo fue una invención de los americanos.

"Hay que leer más la prensa y viajar menos", rezaba una frase que corría de boca en boca en otros tiempos, y que comienza a ser popular otra vez. Porque si usted escucha las declaraciones del gobierno y tiene la suerte de no tener que acudir a un hospital en Cataluña o en Baleares, seguirá convencido de que no existe problema linguístico alguno.

TOLERANCIA

Siempre he creído que la palabra manoseada en exceso pierde la virginidad.

Es lo que nos pasa a nosotros los españoles. Hemos repetido tan innecesariamente la palabra democracia que ha acabado perdiendo su significado. Eso sí, todos somos muy demócratas, y además, de toda la vida.

Nos deberíamos preguntar si sabemos lo que significa democracia, y antes de eso analizar si nuestro grado de tolerancia nos permite sentirnos demócratas.

Te consideraré demócrata mientras aceptas mi opinión como tuya. En caso contrario te convertirás en el mayor enemigo a abatir. Difícil que dos gallos convivan en el mismo gallinero.

Los políticos, sin ir más lejos, se autoproclaman muy demócratas, aunque no toleren que alguien les contradiga, y no obstante, continuan creyéndose muy demócratas.

A la hora de votar, acto sublime de la democracia, blindan las listas, consiguiendo con ello acabar con lo sublime del acto y reírse de la democracia, porque los partícipes se convierten en vasallos del jefe y acaban como pedigüeños detrás de él contentos con las migajas que se digna ofrecerles.

Y, aún así, siguen considerándose demócratas... de toda la vida.

QUIJOTES QUE SOMOS

Al igual que la bandera nacional no es obra de Franco, tampoco la indiferenia hacia España es debido a los gobiernos actuales.

El escaso peso específico de España en el mundo viene de lejos. Con nuestro carácter quijotesco, torpemente convertido en orgullo, hemos aumentado el desprecio hacia aquellos que nos ignoraban. Y nos hemos quedado tan panchos.

La prueba de lo antiguo de esta cuestión es que cuando en la Edad Media los papas organizaban cruzadas contra el islam, en España ya andábamos metidos en ellas, con nuestras propias fuerzas, sin exigir nada a la iglesia de Roma, sin pedir ayudas a las diferentes monarquías católicas europeas, principalmente de Francia.

Todas ellas, con la ayuda de Roma, prefirieron atravesar Europa, quedándose muchos por el camino, sin tener en cuenta que en la península Ibérica ya se estaba librando la más larga cruzada.

Pero por que las cosas sean así, no vamos a inculpar a los demás de ello, sino que tendremos que mirar en nuestro interior y averiguar qué habríamos de hacer para que se nos tuviera más en cuenta.

LO AUTÓCTONO

Desde los años sesenta setenta, cuando las avalanchas de europeos comenzaron a inundar, primero Italia y posteriormente España, se creo una nueva cultura de masas: los viajes vacacionales. Los españoles, rezagados, entramos en esa vorágine más tarde.

Las vacaciones veraniegas, desde entonces, dejaron de ser unos días de descanso al sol para convertirse en una época de fatigas, creciendo alocadamente el interés por visitar lugares lo más lejanos y exóticos. Además, había que aprovechar el tiempo al máximo y en pocos días visitar una amplia región. Resultado: una empanada mental confundiendo al regreso nombres y lugares... y un cansancio que en Navidades todavía quedaban secuelas y agujetas por todo el cuerpo.

A primera vista parece normal ese deseo de conocer, muy natural en el hombre, pero esos viajes pronto demostraron que esas fugaces visitas enseñaban bien poco. Y lo más curioso es que con el paso del tiempo todo se resumía en decir "he estado allí". Sin más.

Siendo lo peor que por querer conocer lo más lejano hemos descuidado conocer lo propio, lo cercano, lo autóctono. ¡Con la riqueza histórica que nos avala, que levantas una piedra y salen tres mil años de antigüedad!

LAS PROHIBICIONES

Llevamos mucho tiempo hablando de Cataluña y los catalanes, tanto que comienza a ser una música cansina. Quiero decir que hablan mucho los no catalanes.

Y si digo que es cansino es porque entre algunas realidades se dicen muchas sandeces, aparte de que no cesan en sacar punta al lápiz.

Creo que todas las prohibiciones que se están llevando a cabo en aquella región y que en el resto de España tanto se critican, habrá que convenir que es una cuestión de ellos, de sus gobernantes que han sido elegidos por el pueblo.

Los políticos de aquella región llevan treinta años en esa dirección, y si el pueblo los vuelve a elegir, oiga, será porque desea mantener esa dirección, ¿no le parece? ¡Que los ciudadanos están engañados y manipulados! Es posible, pero es su decisión.

Lo único que nos queda a los observadores es lamentar que esos ciudadanos, con las prohibiciones no ganan nada, sino todo lo contrario, pierden mucho.

Por eso, lo que yo más lamento por ellos es que habiendo podido ser una región bilingüe, dominadora de dos idiomas, con la riqueza que ello aporta al individuo, dentro de pocos años habrán perdido uno de estos idiomas. Y no creo que eso se pueda definir haber ganado algo.

Si acaso se sentirán orgullosos de haber dominado al enemigo, el español, pero, ¿es eso una victoria con beneficios?

LA GULA

Por lo que cuentan las personas mayores, parecer ser que no hace mucho si se quería halagar a una persona no había más que decir: "Hay que ver lo bien que te encuentro. Has engordado un poco desde el mes pasado". Bueno, no tenía que ser exactamente así, pero sí era importante mencionar que la persona había engordado.

Muy al contrario de lo que conocemos actualmente (y Dios quiera que no vuelvan aquellos otros tiempos), que decirle a alguien que ha engordado, es una gran ofensa. ¡La de métodos y recetas que busca la gente para adelgazar, como para aguarle la fiesta diciendo que ha engordado!

Esta contradicción nos muestra la tendencia del hombre a ocultar lo que le preocupa. Cuando no se comía suficiente, era un orgullo mostrar que al menos en casa se comía. Y ahora que se come en exceso, la gente quiere ocultar que les vence la gula.

Y sin reconocer la escasa fuerza de voluntad para enfrentarse a la gula, uno hace hasta el pino si hace falta, con tal que no le digan gordo, cuando la receta, infalible a todas luces, es sencilla y económica: ser comedido a la mesa.

LIBERTAD DE PRENSA

Oía decir a un vecino, mayor él, que hubo una época en que la gente añoraba la libertad de prensa. Estábamos convencidos - decía el hombre - que pudiendo leer las diferentes tendencias de los acontecimientos, nos podríamos formar un criterio real y no inducido de la verdad.

Pero ahora - seguía diciendo el hombre mayor - treinta años en democracia y no percibo que hayamos logrado aquello que añorábamos. De una parte, los medios nos manipulan, exagerando lo que les interesa y callando los temas con los que no comulgan. O lo que es peor, tergiversando la noticia.

He recapacitado bastante sobre sus comentarios y reconozco que la decepción que embargaba a este hombre cuando, en tono de lamento, hacía sus comentarios, tenía sus motivos.

Es cierto que los medios de comunicación, todos, están sujetos a intereses generalmente de tendencias políticas, o sea, económicas, bien porque las subvenciones son muy suculentas, bien por ideología o bien simplemente por mantener el enfrentamiento con los eternos enemigos.

El caso es que aquella época oscura de comunicación, dirigida y de pensamiento único, ha dejado paso a otra que continúa siendo dirigida, de pensamiento casi único, manipuladora, pero con la creencia de que disfrutamos de libertad de prensa.

ESTADÍSTICAS

Es posible que algunos sepan cómo se hacen las estadísticas para conseguir porcentajes, medias y demás resultados. Yo, les puedo asegurar que nunca lo tuve claro. Y reconociendo que, no obstante, es una medida que permite hacernos una idea aproximada de la realidad, tal vez porque las más veces no nos va mucho en ello, acabamos aceptándolas como válidas.

Pese a esa aceptación, no pocas veces uno se pregunta si no nos estarán dando gato por liebre. Al menos es lo que me pasa a mí, y últimamente con más motivo.

Este principio sirve para todo tipo de estadísticas, pero hoy quisiera centrarme en uno muy concreto. Se trata de las espectativas de vida. Salvando las diferencias entre las mujeres y los hombres, la media de años de vida de los españoles son unos ochenta y cinco años, y subiendo.

Es lo que dicen las estadísticas.

¿La media de qué? me pregunto. ¿De los mayores de sesenta? ¿De los mayores de cincuenta? ¿De todos los nacidos?

¿También de los no nacidos? En este caso las cifras que nos dan las estadísticas son más que dudosas.

VERANO Y HUELGA

Estamos en verano y toca hablar de vacaciones. O de huelgas, que viene a ser lo mismo.

Es una desfachatez tal la de estos personajes que sonroja. El enfado con su jefe lo descanrgan en el cliente. Bonita manera de reivindicar derechos.

Es curioso, pero si se fijan ustedes se darán cuenta de que hace mucho, pero que mucho tiempo que los únicos que se permiten hacer huelga en España son los alimentados por los impuestos.

Son, más o menos, esos que tienen un puesto de trabajo seguro, bien remunerado y sin riesgo de pasar al paro. Pero no están contentos. Quieren más. Y su modo de lograrlo es el chantaje.

Qué le vamos a hacer. Nos ha tocado vivir en la época del desmadre, y aunque no soy de la opinión que antes era mejor cuando las huelgas estaban prohibidas, sí que me parece que los sindicatos deberían de ser comedidos y olvidarse del sistema del salvaje. Por respeto, en primer lugar, hacia ellos.

LAS MONARQUÍAS

No estoy a favor de las monarquías que tanto abundan en Europa, lo que no quiere decir que preferiría que desaparecieran. Están ahí y hemos de respetar lo que significan, aunque casi todas ellas, como cualquier hijo de vecino, tienen un pasado con más sombras que luces.

La monarquía que tenemos en España es una más entre todas ellas, y en lo que respecta a don Juan Carlos y a doña Sofía, creo que cumplen con su cometido. O al menos, no tienen un comportamiento escandaloso, como sucede en otras monarquías, del que pudiéramos sentirnos ofendidos los ciudadanos.

A Dios gracias. Por lo menos eso.

Pero otra cosa son los descendientes, libertinos muchos de ellos, y encima llenos de privilegios. Porque los escándalos cargados de intrigas que han protagonizado algunos de esos herederos a las diferentes coronas europeas en los últimos cuarenta años son para aborrecerlos.

Como personas públicas y que dicen representar a la historia, deberían ser ejemplares, sin tacha, y entonces serían dignos de todo respeto. Si no es así, si se comportan con las debilidades como cualquier otro ciudadano, que lo sean para todo, sin privilegios.

LAS VACACIONES

Los españoles, que durante una eternidad nos hemos definido como monógamos, actualmente ya no presumimos de tal, a decir verdad igual que en la mayoría de nuestras tradiciones, que hemos dado un giro de ciento ochenta grados. O sea, cambiamos de esposa con pasmosa facilidad.

Tal vez una de las pocas actividades en las que no hemos hecho cambio alguno es en los temas que tratamos diariamente, es decir, continuamos siendo monocromáticos en nuestros comentarios. Si la tomamos con el mundial, todos hablan de lo mismo, incluso hasta los que desconocen cuántos futbolistas juegan en un partido. Si la tomamos con los toros, nos olvidamos del paro, de la carestía de la vida, de los apaños entre gobierno y eta... Y como estamos en época de vacaciones, toca hablar de eso, de vacacinones.

La gente sale disparada deseando olvidarse de las calamidades de la rutina. Quiere evadirse de los pensamientos que le traen zozobra y huye, y deja aparcadas hasta el retorno la inseguridad de su puesto de trabajo y cómo podrá hacer frente a los gastos del colegio, de la hipoteca...

Son las vacaciones. Y toca hablar de eso, de las vacaciones. ¿Lo otro? ¡Qué aguafiestas es usted!

PRIMERO DE AGOSTO

Evidentemente no es lo que era hace apenas unos pocos años. El primero de agosto era el día de la gran estampida. La gente esperaba esta fecha como quien espera la salvación y, sin pérdida de tiempo, con el coche cargado hasta los topes, familiares y bultos, partía hacia... otro lugar.

Actualmente,  el primero de agosto sigue siendo el día de partida para mucha gente, pero también el regreso para otros muchos, y lo más importante, pocos parten para regresar al cabo de treinta días.

Hoy la gente suele disfrutar de dos semanas de vacaciones en agosto, y dejan otras dos para Pascua y Navidades. Parece más sensato.

No es de extrañar, pues, que las aglomeraciones en la carretera sean hoy menores que en otras épocas, aunque, naturalmente a quien les toca sufrirlas pueda pensar que son suficiente irritantes.

Y aun así, la euforia de tener las vacaciones por delante a más de uno consigue hacerle olvidar los inconvenientes del viaje. Otra cosa será el regreso, con la tristeza que trae el reencuentro con lo cotidiano, el vencimiento de las tarjetas de crédito, la subida de la gasolina... y el pronto olvido de lo disfrutado.

El consuelo será que los años devuelven los buenos recuerdos mientras quedan olvidados los desagradables.